Con motivo del 50 aniversario de la apertura del Puente Gran
Duquesa Charlotte, Luxemburgo ha emitido esta moneda conmemorativa de 2 Euros
en 2016. Curiosamente, esta no será la única moneda del año dedicada a un
puente, ya que Portugal también tendrá una.
La moneda recoge una imagen del puente junto con la cabeza
flotante del actual Gran Duque, Henri, sobrevolando la estructura. Hay que
recordar que por ley su efigie debe aparecer en toda moneda acuñada por el país
y, como ha ocurrido en otras miles de ocasiones, su presencia simplemente
estorba, así como el nombre del puente (Pont Grande Duchesse Charlotte) colocado sobre la estructura del mismo,
haciendo más compleja la comprensión de la moneda. Además, en la imagen aparece
el año en el que el puente se abrió al público (1966), el año de emisión
(2016), el símbolo de la ceca de Utrech y el nombre del país en francés
Luxembourg (Luxemburgo).
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| Puente Gran Duquesa Charlotte |
El puente se eleva 74 metros sobre el Pfaffenthal, en el valle del Alzette, conectando la zona de Kirchberg con Limpertsberg, conectando así la parte de la ciudad en la que se albergan las diferentes instituciones europeas. De hecho, fue construido con la idea de promover la elección de Luxemburgo como sede de la Unión Europea. Sin embargo, el Tratado de Merger, firmado poco más tarde, declaró la separación en distintas localidades de las instituciones europeas, manteniendo algunas de ellas en Luxemburgo.
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| Situación de Luxemburgo en Europa |
Este puente fue diseñado por el arquitecto Egon Jux, natural de Alemania, que se impuso a otro 68 competidores en 1957. La construcción comenzó en 1962 y se terminó en 1965, abriendo al público un año más tarde. Se le puso el nombre de la Gran Duquesa Charlotte, quien había abdicado en su hijo un año antes. Entre la gente también es conocido como el Puente Rojo por su distintiva pintura roja.
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| Puente moderno y puente antiguo sobre el río Pfaffenthal |
Desde su inauguración, el puente fue empleado por algunas personas para saltar y suicidarse. En 1992 un cortometraje dirigido por Genevieve Mersch titulado Le Pont Rouge (El Puente Rojo) llamó la atención sobre este problema y un año más tarde se colocaron placas de plexiglás para impedir que la historia se repitiera.
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